Tartamudez

¿Cuándo preocuparse?

23 oct 2022


La disfluencia es un trastorno del habla que causa interrupciones o bloqueos en la fluidez al hablar; lo que comúnmente conocemos como tartamudez. En el proceso de adquisición del lenguaje hay que estar atentos a la aparición de la “Tartamudez Evolutiva", según los datos de la fundación española de la tartamudez puede aparecer en un 5% de los niños entre 2 y 5 años. De estos, el 80% se recuperan de manera natural mientras que el 20% seguirá con una tartamudez persistente con diferentes grados de severidad en la edad adulta.


Teniendo en cuenta los hitos evolutivos del lenguaje sabemos que a los 12 meses nacen las primeras palabras empiezan con un promedio de 10 palabras hasta llegar a 50 a los 20 meses. A partir de este momento el ritmo es mucho más veloz de manera que a los 2 años el número de palabras diferentes que puede usar un niño es de 450 palabras, al mismo tiempo van apareciendo enunciados de dos palabras y se convierten en procesadores activos del lenguaje.


En la etapa de los 3 a los 5 años comienza una gran evolución del conocimiento en la estructuración de las frases y empiezan a desarrollar la habilidad básica para interactuar de forma comunicativa. Esto es toda una hazaña para un menor que está en proceso de desarrollo del lenguaje donde todavía no controla todos los aspectos complejos del lenguaje, por lo tanto cada día se convierte en un reto: poco a poco va ganando un habla mejor articulada, un sistema de programación fonológica más controlado, incrementa su vocabulario, evoluciona en sus interacciones y es socialmente más activo.

La llamada tartamudez evolutiva es la más importante de las crisis del lenguaje y se da con cierta frecuencia en los niños de estas edades ya que se encuentran en un momento de práctica con mucha información para procesar.

Por sí misma, esta crisis no debe preocuparnos ya que se trata de una fase de reconstrucción del lenguaje hablado y poco a poco se irá solucionando si se encuentra en un ambiente favorecedor.


Sin embargo, se debe tener en cuenta que pueden existir riesgos de pérdida de confianza en sí mismo e incluso de instalación de una tartamudez definitiva si el ambiente que rodea al niño o niña no le ayuda a superar esta pérdida de confianza…


Sobre los dos años más o menos suele darse la etapa de inseguridad en todas las conductas, el habla es torpe, titubeante e insegura. Por eso el niño o la niña buscan constantemente el refuerzo social lo que le sirve para seleccionar las expresiones reforzadas y extinguir las no premiadas. Los mecanismos de retroalimentación positiva que emplea la madre o las personas significativas del entorno son indispensables para el establecimiento de nuevas palabras y su desarrollo comunicativo y social. Por lo tanto la corrección obsesiva podría conseguir lo contrario: inhibir y desmotivar.


Pero, ¿cómo podemos saber si es un momento evolutivo o un problema de fluidez?

La falta de fluidez en el habla suele ser normal y aparece cuando el niño está alterado, nervioso, cansado, o cuando quiere decir algo largo y complicado. Los niños pequeños no son conscientes de estas disfluencias ni muestran reacciones emocionales por estas pausas o vacilacione como por ejemplo:

Vacilaciones: “Pues… Pues eso."

Reformulación de las oraciones: “¿Voy a ...esto... me quedo

en el cole?

Una o dos repeticiones de toda la palabra o la frase: “pero, pero esto” o “Para comer, para comer”.

Silencios entre las palabras: “Este es… mi amigo Javi”.

Interjecciones: “Um, um, yo... quiero ir a casa”.

Muletillas: “Es un juego,... bueno una cosa,... bueno, es un juguete”.


Hay dos comportamientos, sin embargo, que sí deben alertarnos: el primero de ellos es la tensión. Un niño que atraviesa un periodo de disfluencias evolutivas no tiene por qué presentar signos de tensión (ya sea en el cuello, en la mandíbula, en los ojos, en los puños o como una elevación repentina del tono de voz). El segundo es la conducta de retraimiento o evitación de la interacción verbal: el niño prefiere no hablar o dar rodeos para no utilizar determinadas palabras.

Cuando existe un problema real se suele manifestar en una repetición compulsiva de la primera sílaba de la palabra o fonema o bien con espasmos que momentáneamente impide el habla tras un bloqueo muscular acompañado de una asincronía entre la respiración y la fonación.

Foto de Petra


La otra variable es el tiempo que lleve con la falta de fluidez por eso es tan importante ante la duda consultar con un especialista, quien podrá valorar la dificultad del niño y actuar de forma preventiva o directa según el caso.


En cualquiera de los dos casos se recomienda una actuación preventiva liberando al niño de las dificultades de fluidez y dando responsabilidad conductual a las personas que le rodean especialmente a los padres.

Recomendaciones:

  • Dedicar un tiempo diario sin que nada les interrumpa: jugar a lo que el niño proponga y lidere, leer, pasear, ir al parque, tomar un postre o helado juntos etc

  • Conversar con el niño siempre y cuando esté dispuesto, escúchelo atentamente, no interrumpa, ni ayude o corrija.

  • Intentar que sea protagonista proponiendo temas de su interés.

  • Aprender a reducir el número de preguntas que se le hacen.

  • Mirar a los ojos a veces es difícil mantener la mirada cuando el niño está atascado, es importante transmitir tranquilidad y establecer una mirada natural, relajada, de la misma forma que cuando habla fluido. Así, se le enseña también a él a mantenerla.

  • Dar un modelo de habla lenta y bien articulada.

  • Usar un lenguaje sencillo y frases cortas pero bien estructuradas.

  • Crear un ambiente comunicativo favorable donde se prime lo que quiere decir y no como lo dice.

  • Hacer sentir al niño que es agradable hablar con él y que se le quiere.


Qué NO hacer:

  • Darle recomendaciones como tranquilízate, toma aire, piensa.

  • Exigirle que hable.

  • Preguntarle en exceso.

  • Interrumpirle.

  • No prestarle atención.

  • Corregirle constantemente.

  • Completar sus frases o palabras.

  • Reaccionar negativamente a la tartamudez.

  • Meterle prisa.

Las alteraciones de la fluidez aparecen tempranamente en el periodo de los 2 a 5 años, fase más importante en el desarrollo del lenguaje. Hay evidencia de que el tartamudeo es mucho más frecuente en los niños, con una proporción de 4 niños por una niña. También es más frecuente en preescolares (4%), que en la población general (1%).


La detección temprana en un niño con disfluencia es vital para su futuro.


Os dejamos enlaces de una guía para padres y otra para docentes elaboradas por la fundación española de la tartamudez: